La comunicación es un proceso complejo que tiene lugar a través
de diversos medios. Entre ellos, de vital importancia es el sonido,
que se manifiesta en la palabra y en los gritos, pero que en todas las
actividades que como humanos nos caracterizan y, a pesar de que a menudo
es una pérdida energética, colateral, síntoma no
necesariamente deseado de quien actúa, pocas veces pierde totalmente
la significación.
El sonido es un elemento importante del conflicto, no sólo porque
lo manifiesta, sino porque es, al mismo tiempo, vehículo de transporte,
metáfora indiscutible, pero, especialmente, herramienta imprescindible
para la elaboración y transmisión de los discursos. El
sonido mata no solo porque la onda expansiva de las bombas sea de naturaleza
sonora. Induce a matar, porque la palabra contribuye enormemente en
la manifestación y en la elaboración de la forma de los
discursos, en su fisicidad. Los discursos de los políticos, las
arengas de los militares, las justificaciones verbales de los grupos
que practican la violencia son ejemplos claros.
Estos aspectos sociales y psíquicos del sonido, no necesariamenta
artísticos, pero sí de enorme utilidad para los artistas,
justifican, un año después del "ataque preventivo"
a Iraq, que Zèppelin, siempre interesado en poner de manifiesto
los aspectos más diversos de la realidad desde la perspectiva
de la investigación sonora, realice, por medio de una serie de
actividades públicas basadas en las reflexiones anteriores, un
análisis de la relación del sonido con los modos y las
razones de la violencia, de la guerra y del genocidio.
La forma general de las actividades de Zèppelin 2004 es la instalación
de altavoces o de cascos. Esta decisión se debe a que estamos
convencidos del hecho de que la premura causada por la presencia de
imágenens visuales en la atención consciente relega las
imágenes acústicas al dominio de la subliminalidad. Así
es como, en presencia de imágenes banalizadoras o generadoras
de identificadores y de modelos, discursos inaceptables son asimilados
sin que se manifieste ninguna reacción capaz de contrarrestar
esa tendencia.
Un deseo de la organización de Zèppelin es abundar en
la idea de que para ser mejores, para superar la violencia, para aceptar
las razones del otro al mismo nivel que las propias, es necesario un
altísimo grado de consciencia que, como especie, aún prevemos
en una aurora demasiado futura. La llamada de atención consciente
sobre el sonido y el discurso que, de una persona a la otra transporta,
es un buen punto de partida para este camino tan difícil, tan
necesario.
Jose Manuel Berenguer
<<
volver a la pagina principal de Zeppelin 2004